Sin palabras

Por: Carolina Cervantes

Fue una noche terrible para los asistentes al 'Coloso de la Ciudadela', todos pensaban  que se sumaría un triunfo más para la banda Rojiblanca, se escuchaba a los hinchas decir en los pasillos "Esta es la nómina que va a ganar, la que debía jugar ante Flamengo", se respiraba un ambiente festivo y de confianza. Pero lo que nadie imaginó es que un gol de América de Cali cuando estaba a punto de finalizar el partido silenciaría todo un estadio y que los tras los fallidos cobros desde el punto penal le pondría fin al sueño Tiburón de alcanzar la tan anhelada octava estrella.

Un semestre que inició con las expectativas altas y que le permitió soñar a la hinchada Tiburona terminó en un rotundo fracaso. Del triplete que todos sus hinchas deseaban sólo se pudo alcanzar la Copa Águila. El excelente trabajo que realizó el equipo durante toda la temporada se vio borrado en menos de una semana, a la derrota ante Flamengo en casa, que le ponía fin a la participación de Junior en la Copa Sudamericana, le siguió el partido ante América de Cali, a Junior se le escapó la posibilidad de ir por la Liga Águila en los últimos minutos del juego.

Esta vez eliminación duele un poco más, porque el equipo estaba para grandes cosas. Hay una gran nómina. Por fin un proceso que se está gestando, no todo fue malo, este semestre disfrutamos de buen fútbol, algo que no hacíamos hace mucho tiempo. La Liga era obligatoria y no ganarla desafortunadamente se convierte en un fracaso así duela admitirlo. Todos esperaban más de Junior, las expectativas estaban demasiado altas y por eso el golpe es tan duro. Y es aquí cuando todos nos preguntamos lo mismo ¿Qué pasó? ¿Quienes son los culpables? Difícil entender como un equipo que se armó hasta los dientes no logró alcanzar sus objetivos.

Foto: @ToqueSports
Desde que llegó Julio Comesaña respaldé sus decisiones técnicas, así no las entendiera, porque bien o mal le funcionaban. Ante Flamengo y ante América nada le resultó. No logré comprender como demoró los cambios de esa manera, no supo leer el partido, se confío y fue soberbio, ignoró el agotamiento de los que estaban en cancha y no refrescó el juego cuando aún el resultado le daba el triunfo a los Rojiblancos. Hay ciertas constantes en las derrotas de Junior, todos las ven y pareciera que Comesaña se hace el de la vista gorda: Fallas en el juego aéreo, el equipo no sabe cerrar partidos importantes y mantener un resultado positivo, la falta de definición siempre se hace presente en cada partido, crean las opciones y no logran concretar las y los cobros desde el punto penal. Comesaña nuevamente dejó en evidencia su terquedad y la confianza excesiva que resultó ser tan perjudicial.

Lo cierto es que poniéndonos la mano en el corazón, debemos admitir que el rendimiento de Junior en los últimos partidos había disminuido, venía de más a menos, ya sea por agotamiento físico, desgaste mental, el lleva y trae de los chismes sobre Teo Gutierrez y Roberto Ovelar, etc. A Comesaña no se le puede culpar del todo de este fracaso. Hay ciertos detalles puntuales de algunos jugadores que también influyeron en esta eliminación. Siempre lo he dicho, lo repetí una y otra vez en mis anteriores columnas, ver jugar a Yimmi Chará es un deleite para cualquier amante del fútbol y por eso no me cabe en la cabeza como un jugador de su categoría y talento puede cobrar dos penales de esa forma tan displicente. O como Comesaña pone a cobrar un penal a Matías Mier que tenía pocos minutos de estar en el partido, regalando el gol de esa manera.

Es momento de pasar la página, pero sin olvidar los errores cometidos, no para darse golpes de pecho, sino para no volver a cometerlos. Al César lo que es del César, se le agradece a Julio Comesaña por su gestión, de su mano el equipo logró poner a soñar a toda una hinchada. Por ahora no queda más que pasar el trago amargo y seguir apoyando al equipo. Si la dirigencia sigue con este proceso Junior seguirá dando de que hablar.

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